Tirar del hilo
No he dormido mucho. Esta mañana tenía una reunión a las 9 de la mañana y antes tenía que preparar un informe y unos excels para otro proyecto. La reunión ha durado mucho más de lo que tenía previsto, pero al salir he podido tomar un té y tener una conversación interesante sobre pasiones literarias y eso me ha puesto de buen humor.
Al llegar a la oficina tenía que atender varios mails, todos con malas noticias (de trabajo). He hecho un par de llamadas urgentes y cuando ha sonado mi móvil pensaba que sería otra mala noticia. Pero no, era mi guapa, que sin decir ni «hola», me ha dicho «Guapa, tengo el hilo». Yo me he quedado pensando a qué se refería, cuándo nos había faltado hilo, para qué quería hilo, si lo había ido a comprar, si se nos había descosido algo, ¿las cortinas?, ¿un botón?, ¿cuerda para la hamaca?, ¿algo para atar «la vela» que tenemos por toldo?… Todo eso en milésimas de segundo, antes de que ella continuara: «sí, tengo el hilo, una historia, tengo ya todas las viñetas dibujadas en la cabeza y muchas ideas me las has dado tú».
No me podía dar mejor noticia. Mi guapa ha vuelto a dibujar. Hemos seguido hablando y lo más curioso de la conversación ha sido cuando me ha dejado caer que lo mismo no dibuja en papel las viñetas, porque una vez que las ha dibujado en la cabeza ya ha hecho lo más divertido y luego pasarlas al papel es lo de menos. Siempre me ha llamado la atención lo muy diferentes que somos para nuestras cosas «creativas». Yo me desespero una y otra vez delante del papel en blanco, porque lo importante para mí es dejar las palabras fijadas y bien atadas a un soporte. Ella sin embargo hace sus dibujos como si nada y luego no les da la más mínima importancia. Cada vez que veo los trocitos de papel con viñetas nuestras que decoran la nevera pienso en la gente que antes seguía su blog. En vez de ponerme posesiva y pensar «qué bien, son sólo míos», me dan ganas de escanearlos a escondidas y colgarlos en su blog. Resucitar a Namaga, porque mi guapa dirá lo que quiera, pero yo sé que sigue muy viva.
El resto de la tarde ha sido una tarde aburrida de oficina y excels, aunque por suerte han cancelado la reunión que tenía a las 20.30 de la noche (sí, los clientes a veces tienen estos horarios) y ahora puedo estar aquí escribiendo. Además, al llegar a casa el frankfurt de la esquina estaba muy animado, porque como son las fiestas de la patrona del pueblo, había una cuadrilla tocando la gralla y me ha recordado a las fiestas de mi pueblo. Sobre la mesa, como casi todos los días, tenía un dibujín, y ahora estoy esperando que llegue mi guapa para que me dé detalles del hilo…
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