Napols 195
Ayer cené por última vez con mi vecino Paolo en el que ha sido su piso durante los últimos 4 años. Como siempre, preparó una pasta. Como siempre, buenísima. Vuelve el jueves a Italia de manera definitiva, y con su marcha se termina también para mí una época. Es verdad que yo me mudé de Napols 195 hace ya un año, pero mientras él estuviera viviendo en el piso de al lado, mientras él siguiera siendo «mi vecino», esa esquina de Barcelona seguía siendo un poco mía todavía.
Anoche parecía que el tiempo no hubiera pasado. Estábamos hablando de proyectos futuros, de viajes recientes, y al mismo tiempo parecía que fue ayer cuando él y Vasiliki (su compañera de piso griega) se presentaron en nuestra casa para invitarnos a la fiesta de cumpleaños de ésta. Era invierno, hace 4 años, quizás un poco antes que por estas fechas. En esa misma fiesta, en ese mismo piso, no recuerdo si en la terraza o en la esquina que quedaba al lado de su puerta, alguien me preguntó si había leído_La historia interminable_y tardé en enamorarme el mismo tiempo que duró mi respuesta: «Una vez por año desde los 9 años». Eran las 4 de la madrugada, hacía 10 horas que nos conocíamos, y no nos habíamos separado desde entonces.
Ahora Paolo se marcha, y con él desaparecen las fiestas, las cenas, los platos de pasta, las comidas en la terraza los domingos, las barbacoas, las conversaciones en el quicio de las puertas (él de su piso, yo del mío), los intentos casi siempre fallidos y siempre divertidos de aprender bailes de salón, las bromas sobre mis pijamas (¿por qué todos mis amigos -así, con O- se meten con mis pijamas?), las comparaciones entre barbapapás, cronopios y cactus…
En este último tiempo, entre sus viajes y los míos, nos veíamos muy poco. No sería tan raro, que ahora nos viéramos más, a fin de cuentas un vuelo a Italia es más barato que un autobús a mi ciudad, y se tarda menos tiempo en llegar. Sé que nos volveremos a ver. Que seguiremos compartiendo conversaciones, cenas, viajes, proyectos… Por muchos lugares que habitemos, creo que ya nunca dejaré de llamar a Paolo «mi vecino». (RAE dixit: 4. adj. Cercano, próximo o inmediato en cualquier línea.)
Paolo se marcha, y no me despido de él, sino de Napols 195, el lugar en el que viví 3 años. Acomodo nuevas nostalgias: Saber que esa esquina ya no me pertenece. Pasar por delante de ese portal, detenerme unos segundos, esbozar media sonrisa, y seguir adelante.
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